El Salón del Cómic de Santa Cruz de Tenerife cerró sus puertas en un emotivo acto celebrado el 2 de diciembre donde se entregaron los premios que la organización quiso conceder a diferentes autores que estuvieron presentes en el evento. Al finalizar el acto, el presidente de la Fundación Cine + Cómics, Francisco Pomares, ofreció un discurso que fue una declaración de intenciones donde se dejó claro cuál es el futuro de la cita tebeística de la capital tinerfeña, que regresó después de 12 años de inactividad. A continuación, se recogen las palabras finales que Pomares pronunció al acabar un acto lleno de alegría y emoción.

Francisco Pomares, presidente de la Fundación Cine + Cómics y director del XV Salón del Cómic de Santa Cruz de Tenerife, en el momento de dirigirse al público que asistió a la entrega de premios que tuvo lugar en el escenario principal del Centro de Arte la Recova

El Cómic que nos gusta, por Francisco Pomares

Buenas tardes, amigas y amigos, parece que esta XV edición se acerca ya a su final, apenas quedan un par de conferencias y actividades, y comienza el tiempo de hacer balance y preparar el futuro.

Las cifras y los datos que nos hablan de una recuperación exitosa de nuestro querido Salón Internacional del Cómic y la Ilustración están ahí: en estos cuatro días han pasado por la vieja Recova  chicharrera y sus aledaños miles de santacruceros –algo más de ocho mil, para ser exactos- que han disfrutado de un salón que ha querido continuar la estela del trabajo realizado en décadas pasadas por quienes convirtieron este pequeño evento de provincias en un acontecimiento respetado y valorado en el mundo del cómic español, un acontecimiento que siempre contó con los mejores padrinos y amigos, y que creía en el valor de la historieta.

Hablamos de esa historieta –en todas sus manifestaciones y géneros- que hizo grande este salón que ahora recuperamos, la que amamos desde que éramos críos y queríamos ser el Tintín que desmantela el tráfico de opio en ‘El Loto Azul’, o el Príncipe Valiente de correrías por la Corte de Arturo, o el Capitán Trueno en guerra eterna por defender la Cristiandad.

Hemos querido mantener ese espíritu añejo, deudor de una forma de hacer las cosas que persigue sostener el afecto por lo que creemos que merece la pena del mundo del cómic: su narrativa, el arte secuencial, las imágenes que nos cuentan historias. Grandes historias que nos trasportan a un mundo de  aventuras y fantasía, o historial reales y cotidianas que nos acercan a la comprensión de nuestra propia humanidad.

Nos gusta un cómic que tenga que ver con lo que nos ocurre en la vida o con lo que nos gustaría que ocurriera en nuestros sueños, un cómic rico no sólo en colorido, talento artístico y virtuosismo, sino también en vivencias y  experiencias, y con muchas ganas de contarnos algo. Nos gusta un cómic que nos haga pensar, nos entretenga, nos asombre o nos enfurezca.

En ese sentido, nos gusta sobre todo un cómic que es consciente de su esencia narrativa, que se toma a sí mismo en serio como arte y que sabe que no puede existir sin una industria de verdad que lo apoye y fortalezca. Un cómic en el que tengan algo que decir dibujantes e ilustradores, guionistas y narradores, pero también editores, distribuidores y lectores. Un cómic que construya comunidades reales, que alimente la imaginación de los niños y nos ayude a pensar a los mayores.

Es verdad que vivimos en una isla y estamos lejos de los centros neurálgicos donde se cuece y decide el futuro de este oficio y de este arte, pero también lo es que –gracias a las nuevas tecnologías y a la velocidad de los desplazamientos, cada vez mayor- no estamos ya aislados de lo que ocurre a nuestro alrededor. La presencia en este salón de 50 invitados entre dibujantes, guionistas, críticos, editores y distribuidores, la asistencia de muchísimos de ustedes a conferencias, charlas, mesas redondas y debates, hace que confiemos en que es posible avanzar en la fusión y mestizaje que queremos lograr –al menos durante algunos días al año- entre lectores y críticos, entre dibujantes y estudiosos, entre la narrativa  en imágenes y ese público potencial que se mueve en los universos paralelos del juego de ordenador o tablero, los wargames, los coleccionistas de figuras o recuerdos, el cosplay, el cine o la ciencia ficción.

Queremos que nuestro salón empuje en esa dirección, que sea divertido, pero también didáctico, que en él se aprenda por qué Galactus tiene tan mal carácter, pero también qué es la semiótica y para que nos sirve. Queremos recuperar un espacio en el que se piense el cómic y se viva el cómic, donde los niños descubran el sentido de la maravilla y los adultos aprendamos a no perderlo. Queremos un discurso que nos sirva para crecer y atraer a más gente, y quizá tener un día una pequeña industria propia, o al menos el camino para que nuestros artistas lleguen a la gran industria con sus sueños y proyectos.

Patricio Ducha, uno de los premiados durante el acto, contempla su figura de Wonder Chicha junto a José Carlos Acha, concejal de Cultura de Santa Cruz

Pero sobretodo queremos un salón que no se obsesione con las grandes cifras, el ocio juvenil o las audiencias. Un salón que vaya a lo suyo, que se ocupe preferentemente de la narrativa en imágenes, que crezca poco a poco sin voluntad de ser hegemónicos de nada, ni de dar lecciones a nadie, pero manteniendo un estilo propio de hacer las cosas, creyendo en que todo lo que hacemos –como diría Pasqual Ferry si estuviera ahora realmente contento- tiene una lógica y persigue un equilibrio.

Creemos también que en el cómic se tratan muchas cosas, y que si lo hacemos bien gracias al cómic podemos hacer viajar a los demás, y viajar nosotros mismos por otros mundos, otras culturas, otras mentalidades… A ser más tolerantes, a valorar la armonía, a pensar el mundo sin tabúes y a aprender que hay miles de verdades escondidas en la punta de un lápiz.

Y queremos también que este Salón contribuya a construir una comunidad de aficionados que entiendan que el mundo ni acaba ni empieza en el cómic, por mucho que éste nos guste. Que nuestros debates y conflictos, nuestras pasiones de creadores y lectores no se conviertan en operaciones a corazón abierto, porque no lo son.

El próximo año, si la fuerza nos acompaña, la decimosexta edición será mejor que esta. Lo será sobre todo porque ustedes nos habrán recordado qué cosas salieron rematadamente mal, y cuáles podemos corregir y mejorar. Ya estamos trabajando en el programa del próximo salón, y nos gustaría escuchar ideas y proyectos. Y sumar desde ahora  esfuerzos y compromisos. Queremos de verdad que el salón sea de quienes quieren que exista. De todos ustedes. Y de algunos más que en esta ocasión no creyeron que era posible hacerlo.

Ya han visto que sí se puede.

Y para acabar, muy breve, dar las gracias: a todos los que nos han apoyado, a estos dos concejales frikis, al Ayuntamiento, a las escuelas de arte, a los colegios que acudieron en tromba, a quienes han patrocinado el salón y sus eventos, al Ateneo Miraflores, que nos prestó sus locales y nos dejó hacer, a los miles de chicharreros y tinerfeños que decidieron pasarse a ver, disfrutar y compartir, a los que volvieron al día siguiente, a los niños y niñas que han sido el alma de este salón, a nuestra pequeña tropa de monitores y voluntarios, a los autores e invitados, a los operarios de la Concejalía de Cultura por las horas extras que no van a cobrar, a los empleados de la empresa de Seguridad, a los que trabajan en las rullottes de hamburguesas, a la señora de la limpieza por su paciencia y su elegancia, a Luisa por aguantarnos, al chino de ahí abajo por darnos de comer, a las tiendas por venir, a Pasqual y Carlos por amenizarnos con su evidente amistad a prueba de todo, a Lloyd por no cansarse nunca de dibujar, a Enrique, a Desiree, a Daza y Bach, a Antonio y Jose Luis, a Rayco, Eli, Eduardo y Edu, a Mora, Paolo, Tamo, Armiche, Alicia, Jen, Ivan, Bruno, Lourdes, Juapi, Roberto, Águeda, Andrea, Fabio, Lucas, Alex, José, David, pendientes hasta el último segundo… A todos y cada uno de los que no voy a mencionar, a quienes lo dieron todo porque este salón fuera un éxito sin exigir nada a cambio, y sobre todo, nuevamente, a ustedes por escucharme con paciencia y confiar en que la próxima vez será aún mejor.

Les prometo que vamos a hacer todo lo posible.

Sólo les pido que dentro de un año, vuelvan.

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